Aunque no se sabe con exactitud cuándo llegó a España, existen descripciones detalladas en obras del siglo XVI, como la Historia General de las Cosas de la Nueva España de Fray Bernardino de Sahagún (1565), donde se describe como un árbol de hojas grandes, gruesas y espinosas, que produce flores de diversos colores y frutos llamados tunas.
La chumbera se estableció primero en las Islas Canarias y luego en Sevilla, extendiéndose rápidamente por toda la península. Inicialmente, se cultivó para alimentar a la cochinilla, un parásito que produce un tinte rojo muy valorado (conocido como E120 en la industria alimentaria). Con el tiempo, la chumbera se convirtió en un recurso vital para las comunidades más humildes, gracias a su capacidad para crecer en terrenos áridos y su fruto nutritivo.
Hoy, la Opuntia Ficus Indica no solo es un símbolo de resiliencia y adaptación, sino también una planta con múltiples usos que sigue siendo relevante en la agricultura, la gastronomía y la industria.